Biografía de Vera Rubin
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Astrónoma estadounidense conocida por sus descubrimientos en la rotación de las galaxias que llevaron a la hipótesis de la existencia de la “materia oscura”

Inicios

Retrato de Vera Rubin

Vera Florence Cooper (Rubin es el apellido de casada) nació el 23 de julio de 1.928 en Filadelfia, Estados Unidos. Fue la menor de dos hermanas. Sus padres eran inmigrantes judíos de Europa del Este: Philip Cooper, un ingeniero eléctrico, y Rose Applebaum Cooper. Ambos trabajaron en la compañía Alexander Graham Bell.

Vera se interesó por la astronomía desde muy pequeña, cuando observaba las estrellas desde su cuarto en Washington D.C., donde se mudó su familia cuando ella tenía 10 años. Su padre le ayudó a fabricar un telescopio de cartón con el realizó sus primeras observaciones.

Su pasión por el cielo la llevó a estudiar astronomía en el Vassar College (universidad para mujeres), donde se graduó en 1.948. Fue la única mujer en su promoción y una de las pocas en todo el país que se dedicaban a esta ciencia. Quiso seguir sus estudios en la Universidad de Princeton, pero no fue admitida porque no aceptaban mujeres en el programa de astronomía hasta 1.975.

Eso no la detuvo así que presentó su solicitud de ingreso en la Universidad de Cornell, donde estudió física de la mano de Philip Morrison, Richard Feynman y Hans Bethe. Allí conoció a Robert Rubin, un estudiante de química con quien se casó en 1.948 y tuvo cuatro hijos.

Descubrimiento científico

En 1.951, tras terminar sus estudios en Cornell, se trasladó a Washington D.C. donde realizó su doctorado en la Universidad de Georgetown. Su tesis, titulada "Fluctuaciones en la distribución espacial de las galaxias", fue supervisada por George Gamow, uno de los padres de la teoría del Big Bang.

Vera Rubin empezó su carrera como profesora e investigadora en la Universidad de Georgetown, donde trabajó desde 1.955 hasta 1.965. Allí fue una de las primeras astrónomas en estudiar las velocidades y movimientos de las galaxias más allá de la Vía Láctea. Descubrió que algunas galaxias se alejaban o acercaban entre sí, contradiciendo la idea de que todas se expandían uniformemente con el universo. Esto le valió el reconocimiento de la comunidad científica y le abrió las puertas del prestigioso Instituto Carnegie de Washington.

En el Carnegie, Vera Rubin conoció a Kent Ford, un ingeniero que había diseñado un espectrógrafo capaz de medir con precisión el brillo y el desplazamiento al rojo de las estrellas. Juntos iniciaron un ambicioso proyecto: medir las curvas de rotación de las galaxias, es decir, la velocidad a la que giran las estrellas alrededor del centro galáctico.

A la izquierda, la rotación esperada calculando sólo la matería visible. A la derecha, la rotación real medida por Rubin.
- Créditos Wikimedia Commons -

Lo que encontraron fue sorprendente: las estrellas más alejadas del centro giraban tan rápido como las más cercanas, lo que iba en contra de las leyes de Newton y Einstein. Según estas leyes, las estrellas más lejanas deberían girar más lento, como ocurre con los planetas del sistema solar. La única forma de explicar este fenómeno era suponer que había una gran cantidad de materia invisible que ejercía una fuerza gravitatoria sobre las estrellas y las hacía girar más rápido. Esta materia invisible era la materia oscura.

El descubrimiento de Vera Rubin y Kent Ford, conocido como efecto Rubin-Ford, fue revolucionario porque implicaba que la mayor parte de la materia del universo era desconocida y no emitía ni reflejaba luz. Además, sugería que la materia oscura era la responsable de mantener unidas a las galaxias y de formar estructuras a gran escala en el cosmos. Sin embargo, no fue fácil convencer a sus colegas de la existencia de la materia oscura. Muchos astrónomos se mostraron escépticos y buscaron otras explicaciones, como modificar las leyes de la gravedad o atribuir los resultados a errores de medición.

Fotografía de Vera Rubin y Kent Ford

Vera Rubin tuvo que enfrentarse no solo a la resistencia de la comunidad científica, sino también al machismo y la discriminación que imperaban en el mundo de la astronomía. A pesar de su brillantez y sus aportes, tuvo que luchar por obtener recursos, reconocimiento y oportunidades. Por ejemplo, no pudo acceder al telescopio Palomar, el más grande de su época, hasta 1.965, porque no tenía baños para mujeres. Vera Rubin se encargó de cambiar eso: pegó un cartel que decía "Damas" en uno de los baños y lo usó sin pedir permiso.

Vera Rubin también fue una defensora de los derechos de las mujeres en la ciencia y una mentora de muchas jóvenes astrónomas. Se preocupó por promover la igualdad de género y la diversidad en su campo y por inspirar a las nuevas generaciones con su ejemplo y su entusiasmo.

Muerte y Legado

Vera Rubin falleció el 25 de diciembre de 2.016 en Princeton, Nueva Jersey, a los 88 años de edad. La causa de su muerte no fue revelada, pero se sabe que padecía demencia. Le sobrevivieron su esposo Robert Rubin, sus cuatro hijos (todos científicos) y varios nietos y bisnietos.

A lo largo de su vida, Rubin recibió numerosos premios por su trabajo, incluyendo la Medalla Bruce, la Medalla de Oro de la Real Sociedad Astronómica y la Medalla Nacional de Ciencia. En su honor se han nombrado varios objetos astronómicos, como el asteroide (5726) Rubin y la región Rubin de Marte. También el Observatorio Vera C. Rubin, que será el más grande del mundo dedicado a estudiar la materia oscura, lleva su nombre.

Fotografía del Observatorio Vera C. Rubin - rubinobservatory.org

Vera Rubin dejó un legado enorme para la astronomía y la ciencia en general. Su trabajo sobre la materia oscura cambió nuestra visión del universo y abrió nuevas líneas de investigación que aún siguen vigentes. Su trayectoria fue un ejemplo de perseverancia, curiosidad y pasión por el conocimiento. Su compromiso con la igualdad y la educación fue una fuente de inspiración para muchas personas.

Vera Rubin fue una mujer extraordinaria que nos enseñó a mirar más allá de lo visible y a cuestionar lo establecido. Su legado sigue vivo en las estrellas que tanto amó y en las mentes que tanto iluminó.

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