Cómo se defiende tu cuerpo contra las infecciones
¿Alguna vez te has preguntado cómo tu cuerpo se defiende de los malvados invasores que intentan enfermarte? Bueno, no te preocupes, porque en este artículo vamos a hablarte sobre un superhéroe en tu interior: ¡el sistema inmunitario!
El sistema inmunitario es el conjunto de órganos, tejidos, células y moléculas que nos protegen de las enfermedades. Es como un ejército que defiende nuestro cuerpo de los invasores, como los virus, las bacterias, los hongos y los parásitos.
El sistema inmunitario está formado por dos partes:
El sistema inmunitario funciona mediante la detección, el reconocimiento y la eliminación de los microbios que nos pueden hacer daño. Para ello, utiliza unas células especiales llamadas células inmunitarias, que circulan por la sangre y los tejidos. Estas células pueden reconocer a los microbios por unas señales que tienen en su superficie, llamadas antígenos.
Los antígenos son como las huellas dactilares de los microbios, que los identifican y los diferencian de nuestras propias células.
Cuando una célula inmunitaria encuentra un antígeno extraño, lo ataca directamente o produce unas moléculas llamadas anticuerpos, que se unen al antígeno para neutralizarlo. Los anticuerpos son como las esposas que atrapan a los delincuentes.
Los anticuerpos saben a qué células atacar porque tienen una forma específica que solo se ajusta al antígeno al que se dirigen. Es como si fuesen una llave que solo abre una cerradura. Así, evitan atacar a nuestras propias células o a otros microbios inocuos.
Hay muchos tipos de células inmunitarias, pero podemos clasificarlas en dos grupos principales: los fagocitos y los linfocitos. Los fagocitos son como los soldados rasos del sistema inmunitario, que se encargan de engullir y destruir a los microbios. Los linfocitos son como los oficiales del sistema inmunitario, que se encargan de coordinar la respuesta y producir anticuerpos.
Dentro de los linfocitos, hay dos tipos: los linfocitos B y los linfocitos T. Los linfocitos B son los que producen anticuerpos. Los linfocitos T son los que ayudan a activar a otros linfocitos o matan directamente a las células infectadas.
La inmunidad es la capacidad de resistir a una enfermedad gracias al sistema inmunitario. Podemos conseguir la inmunidad de dos formas: natural o artificial. La inmunidad natural es la que adquirimos cuando nos contagiamos de una enfermedad y nuestro sistema inmunitario aprende a combatirla. La inmunidad artificial es la que adquirimos cuando nos vacunamos contra una enfermedad y nuestro sistema inmunitario recibe una muestra debilitada o muerta del microbio causante.
Las vacunas son sustancias que contienen antígenos de un microbio causante de una enfermedad. Cuando nos vacunamos, nuestro sistema inmunitario reconoce esos antígenos como extraños y produce anticuerpos contra ellos. Así, si en el futuro nos encontramos con el microbio real, nuestro sistema inmunitario ya estará preparado para eliminarlo rápidamente y evitar que nos enfermemos.